Llevo unos años en redes sociales.
No muy activa, respetuosa, puntualmente «protestona» y, siempre que tengo pruebas, crítica implacable de prácticas irregulares en formación, empleo y ofertas laborales. Las ilegalidades las denuncio donde debo de hacerlo: en el juzgado.
Hace más de tres años que formo parte del Grupo #ForSM como una más, compartiendo, apoyando y aprendiendo. Buscamos soluciones para solventar nuestras necesidades formativas e intentamos abrirnos paso desde la profesionalidad y el esfuerzo.
Nuestra presencia en cualquier evento formativo, relacionado con la digitalización, nos permite contar con buen criterio a la hora de valorar contenidos, formadores, métodos y objetivos.
Pues bien, desde @ForSM1 opinamos, comentamos, compartimos irregularidades y hasta especulamos.
Y si «lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas», qué menos que lo que se publica en Twitter se gestione, conteste o ignore en twitter… en abierto, ante todos. Así son las reglas del juego.
Cuando alguien busca tu teléfono, te llama de manera invasiva, sin preocuparse de horario ni calendario, agresivo, prepotente, amenazante, mafioso… ¿qué parte del manual de gestión de crisis de comunicación no se ha leído? ¿Qué quiere tapar con amenazas? ¿A quién quiere amedrentar?
Lejos de asustarme, después de dos llamadas, me estás empezando a enfadar…
Chavalín: ponte a trabajar y a estudiar, contrata a quien ofrezcas trabajo, paga con dinero, no con ilusiones y deja de vivir de los demás, que algunos métodos ya pasaron de moda y el humo siempre se lo lleva el viento.